martes, 30 de septiembre de 2008

Desarmar la mochila

Olvidándome de la lluvia, hoy traigo una vibra contagiosa.
Desde ayer estoy en casa de H., que será también mi casa durante octubre.
Lo primero que hice cuando llegué fue poner música y guardar la ropa en los cajones.
Después unos mates y una gran ducha.
Ahh, que gusto!
La sensación de hogar, tras cierto peregrinaje, reconforta.
Andar al ruedo es sensacional (que palabrita).
Pero, desarmar la mochila -al menos por un rato- tiene también su encanto.

lunes, 29 de septiembre de 2008

En la juguetería

Conocí una juguetería desopilante por la alegría que se respira desde su puerta.
Antes de entrar uno atraviesa una nube espesa de burbujas que no se acabarán en ningún momento. Una vez adentro te reciben con mil y un juguetes, imposible decidir cual mi preferido.
Entonces se pasa la tarde entera entre trajes de princesas y piratas, casas de muñecas y caballos de madera. Para rematar este derroche de diversión e infancia, al salir espera una caja enorme, custodiada por cañas de pescar. Entonces hay que agarrar una y tirar hacia adentro el anzuelo. La de tesoros que ví salir y lo mejor del asuntillo es que todo sin gastar moneda (lo de la caja grandiosa, digo).
Ojalá los chicos de todas las tierras pudieran disfrutar de estas magias, pena que no todos los estados sean de bienestar, pena.

No baila

Es llamativo ver como hay cosas que nunca dejan de ser iguales, encuentrese uno donde se encuentre. La "ley" policial es una de ellas, siempre controlando, tan buchones ellos.El viernes pasado contemplé un operativo de los uniformados aquí en estas tierras lejanas.
Por supuesto que los muchachos estaban mucho más organizados que en mis pagos, pero a los fines de su oficio, terminan haciendo lo mismo. Aquél día, el asunto era "Portación de cara"; así es que pasaron toda la matina parando autos conducidos -en su mayoría- por inmigrantes o con apariencias de.
El procedimiento era el siguiente: uno de ellos se mantenía camuflado en una esquina y desde ese punto estratégico observaba a los vehículos; cuando encontraba alguno sospechoso, presionaba el botón de un aparatito que tenía en la mano. Unos metros más adelante, otros de su equipo lo frenaban y comenzaban las preguntas que -como eran en sueco- no pude entender.
Los miré largo rato hasta quedar azorada, entonces concluí que Karamelo Santo tenía razón: "La policia no baila".
Por suerte a todos mis cumpas y a mi, nos fascina el movimiento.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Samba da Bencao

Mientras caminaba por estas callecitas sueca de adoquines y otoño, veía como se venía la noche y Gilberto Gil cantaba "E melhor ser alegre que ser triste, alegria e a melhor coisa que existe...".
Verdaderamente disfruté de ese momento y tuve ganas de subir la canción a este espantapajaros.
Lamenté entonces no tener el programita adecuado ni la máquina propia para hacerlo; pero me tranquilizó saber que compartir el deseo palea un poco la ausencia de cadencia.
"... Mas pra fazer um samba com beleza, e preciso um bocado de tristeza, senao nao se faz um samba nao ..."

martes, 23 de septiembre de 2008

En un hostal

Hace trece días que vivo en un hostal. La sensación es de extrañeza; me molesta no poder desarmar la mochila, tener todo desordenado por el cuarto, compartir el baño con tantos ajenos.
Sin embargo, también tiene su encanto. A veces me da la lata pensar que estoy de tránsito y que -en unos años- diré "cuando yo vivía en un hostal" y va a sonar a mucha lleca.
Pero lo que mas me gusta es ver el movimiento de estos lugares; la entrada y salida constante de gentes y caras anónimas que llegan a pasar las noches y tomar desayunos (¿que otra cosa se puede hacer en los hostales?).
Sin embargo, en este espacio hay una madre y un hijo que permanecen. Ambos son demasiado flacos y solo consumen comidas -creo yo- macrobióticas. Ella está triste, él enojado. Apenas si se dirigen la palabra en sus cenas a deshoras. Ella circula de pijamas todo el día, él de tanto en tanto se fuma un cigarrillo.
Cuando los miro, pienso que en ellos el tránsito está de embotellamiento y que en muchos años, cuando lo recuerden, quizás se les retuerza el estomago. Seguramente, cuando yo me valla, ellos ni siquiera lo habrán notado; yo, en cambio, espero no olvidarme de la estética de la tristeza, delgada y larga, así es como les duele.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Cristiania

La comunidad libre de Cristiania (Dinamarca) es un lugar donde sentí que la revolución es posible. Pero una revolución que no se hace con armas de fuego, sino con otras.
Ahí se vive en estado de libertad; la gente se pasea por los bares, los chicos juegan su arena, las puertas de las casas permanencen siempre abiertas.
Imagino que los costos deben de ser altos, o al menos peligrosos; pero que mejor que batallar cada día para hacer de la casa de uno algo así como la utopía?
Dos cosas me llamaron la atención por sobre el resto.
La primera, un cartel en la salida que -visto desde dentro de la comunidad- decía: "Usted ahora está ingresando a la Unión Europea".
La segunda, una mujer danesa que en castellano solo conocía la palabra manana. Todavía no logro conjeturas válidas, pero su manana resuena en mis oídos.

Fe de erratas: sepan disculpar la falta de esa letra tan castellana en mi relato, es que los nórdicos no la tienen en sus tableros.

viernes, 19 de septiembre de 2008

¿A que se dedica el señor?

Me resulta altamente fascinante la gente que se disfraza de melancolía y porta una tristeza poética digna de la búsqueda de la palabra.
Ser poeta valla que es todo un desafío, sobre todo asumirlo oficio.
"¿A que se dedica el señor? Poeta"
(y me robo una frase que no es mía, aunque quedó deambulando en la cabeza).
Hay quienes curan; hay quienes se dedican a los números y esas fórmulas aplicables a todas las cosas; y hay también quienes escriben versos.
Cada uno con sus mañas, mas o menos la osadía.
Sin embargo hay algo del poeta que me inquieta y aún no logro descubrir.
¿A que era que se dedicaba el señor?

lunes, 15 de septiembre de 2008

Observé que todo parte

"Observé que todo parte" escribió la poeta y sus palabras quedaron haciendo eco.
Las partidas encierran en sí algo de tristeza. Aquel que parte lleva de equipaje un poco de nostalgia. Del otro lado, los que se quedan evocan al partido con añoranza.
La sensación de corte dura quizás un apenas y luego a la rutina del hacer diario; las vueltas al cine, escuchar música, tomar helado, bailar boleros.
"Observé que todo parte" escribió la poeta y sus palabras sigue haciendo eco.
Sospecho que las partidas son totales. Que la vuelta es imposible, que los regresos también implican una renuncia.
Intuyo que hacer camino no es trazar la linea recta, que andar es asentar firme el paso sin que uno se quiebre en lo que observa partir.

sábado, 13 de septiembre de 2008

De las ciudades y el amor

Sin lugar a dudas, Venecia y París son ciudades cuya escenografía es propicia pa' quererse. Recuerdo que cuando caminaba por las callecitas venecianas imaginaba que los amantes salían por las noches a acurrucarse entre los puentes, mientras los gondoleros eran testigos de los besos furtivos.
Después en París -a orillas del Sena- encontramos una pareja que discutía encolerizada y pensamos que se trataba de una perdida de tiempo; ya alguien nos había advertido que aquella era una ciudad, no solo bonita, sino además, muy romántica.
Gotemburgo, en cambio, no presenta atractivos de este tipo a pesar de los canales y del gris climático; sin embargo hoy descubrí que aquí la gente también se provee de mimos y arrumacos. Los nórdicos en cuestión ya habían superado los 50 y caminaban juntos, con las manos estrechadas y apacibles sonrisas.
Pensé que se trataba de un amor de estreno, en un momento en el que ya se han superado los arrebatos adolescentes y las formalidades adultas. No imagino -aun- cual sera el motor en estos casos, pero lo que es seguro es que ellos iban encantados en el deseo del otro; cruzando un puente que se presentaba como el mejor de los espacios.
Verlos fue fascinante y animista, no solo porque vistieron la ciudad de empalagosa maravilla, sino porque además me demostraron que el brillo de los ojos en los enamorados es igual a los 15 que a los 60 y luce tan bien como en Venecia o París.
Concluí, entonces, que a las ciudades el romanticismo no les es inherente, así como a nosotros los mortales no nos es inherente la soledad.
Tarareé una canción luego para acompañar mi deambular.
"...cuando me llamó allá fui, cuando me di cuenta estaba ahí..."

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Una chica arroz con leche

Ser una "chica arroz con leche" no es tarea fácil para las mujeres que andan por la vida preocupadas por cosas banales, tales como: las ciencias políticas, las cuestiones de genero y ni que hablar del arte y otras barbaridades de la calaña.
Una "chica arroz con leche" -haciendo gala de sus dones- no solo sabe tejer y bordar, sino también abrir la puerta para ir a jugar. Y esta tarea, amigos, es la que asumo mas complicada.
Me pregunto como es que logran -además de pasarse el día entero entre porcelana fría y estropajo- salir a la cancha con todas las luces. Definitivamente este perfil femenino va por el oro olímpico y una feliz con solo haber clasificado.
No, no, no; supongo que de ahora en adelante habré de esforzarme más, no se diga luego que soy poco aspirante.

sábado, 6 de septiembre de 2008

De las vistas

Vistas así, no se cual de las tres ventanas prefiero.
Si la del techo que se mantiene cerrada, al resguardo de las lluvias (que en París son muchas) y el frió; protegiendo -¿porque no?- a los amantes que se encuentran concupiscentes, reclamándole a la urgencia de los cuerpos la falta de soles y lunas, a causa de las cortinas con las que ocultan su desnudez.
O aquella otra, la de luz cálida y mesa tendida que invita gustosa a la cena de todas las noches. El cuadro -pena que no se vea- es el cotidiano: una mujer que sirve comidas que no alcanzo a distinguir, pero presiento saben bien; los niños que llegan a sentarse a la mesa y es probable que el pequeño no se lave nunca las manos; y el hombre que aparece en escena cuando todos ya están ubicados, esperando que él llegue, para dar comienzo al banquete.
O esta desde la que miro a aquellas, ventana cerquita y florida, que durante tres días y tres noches fue el mirador de otras estrellas, que no salen en la foto, pero bien que brillan.

martes, 2 de septiembre de 2008

...

Pasa que los días se pasan entre la torre y el mar y uno embobado se olvida del mundo, sin darse cuenta que el mundo también es eso de andar sin recaudos, ni defensas ni artificios que tapan la esencia de todas las cosas.
Y la maravilla es quizás que al final de una tarde cualquiera, o quizás caminando por alguna vereda, el silencio que reina no invada opresivo, sino por el contrario sea la calma libertaria, que -dicen algunos- se parece a la felicidad.
Esa paz ahora, sienta bien