lunes, 30 de agosto de 2010

Por los museos

"Del Porfirismo a la revolución" se llama el mural de David Alfaro Siquieros que se encuentra en el Palacio de Chapultepec en la ciudad de México. El fragmento que vemos aquí es el del campesinado levantado en armas. Dicen los que saben, que en la imagen aparecen Pancho Villa y Emiliano Zapata fundidos entre el pueblo y las armas.
La mujer de rojo es la Revolución, que va unida al brazo de uno de sus hombres, abanderandolos.
El mural en su totalidad es enmudecedor por la fuerza que encarna y la preeminencia de rojos y naranjas enardecidos.

sábado, 28 de agosto de 2010

Esa música inhallable

Yo quiero que escuches

Yo quiero que escuches esa música inhallable
cuya fuerza el olvido purificó.
Como husmeabas la bruma marina colada
en un desván de Barranco
antes de tu desayuno
en vecindad del mar pobre
quiero que escuches:
la música partida
como un pan
para las dos mitades del mundo.

Javier Foguet

jueves, 26 de agosto de 2010

Tarde en el Barrio Chino

Esta tarde fuimos con la Ioqui al barrio chino en busca de rollitos primavera y baratijas. Con los primeros tuvimos una mala suerte barbara y terminamos comiendo jamón y queso sin salsa de soja. Con las segundas nos fue mejor, yo compré un rascador y la Ioqui se trajo desde lámparas hasta el gato de la buena fortuna (dorado por supuesto), pasando por masajeadores de bajo presupuesto y aritos símil diamantes.
En suma, un hermoso paseo. La nota de color fue la oferta de CALTERAS 9,90. Todavía me estoy riendo de semejante osadía. Estuvieron ingeniosos, o no?

lunes, 23 de agosto de 2010

Una anécdota


El de la foto es el Che Guevara cuando todavía no era el Che. Resulta que Ernestito, antes del viaje con Alberto Granado, y mucho antes de conocerlo a Fidel, hizo un viaje en 1950 por el Noroeste Argentino en una bicicleta con motor, marca "Cucchiolo".
Recorrió casi 4.500 km en la nave y al regresar envió una carta a la fábrica que hacía las bicicletas para contarles que en tal peripecia el motor "ha funcionado a la perfección durante mi largo viaje y solo observé que hacia el final perdía compresión, razón por la cuál la envío a usted para reparación". Los tipos inmediatamente le propusieron a Ernesto hacer una publicidad con su foto y las líneas de esta carta. Aceptó.
Esta fotografía es la que se publicó en El Gráfico el 19 de mayo de 1950.

viernes, 20 de agosto de 2010

Sobre la fotografía

¿Se han puesto a pensar alguna vez en la cantidad de fotos en las que debemos aparecer sin darnos cuenta? La cantidad de personas que nos tendrán entre sus albumnes familiares, en las partes del mundo por donde hayamos andado; o mejor aun, en las partes del mundo en las que hayan andado los turistas que nos capturararon. ¿Se imaginan, por ejemplo, que alguien que vive en Bélgica, tenga una foto nuestra tomada en Termas de Río Hondo?
Es inquietante pensar en la circulación de las imágenes y su despojo, su doble condición de exponer y al mismo tiempo esconder aquello que se muestra. Recuerdo ahora con claridad una foto que había en la casa de mi amiga Lucía, aparecía ella, su hermana y un muchacho, todos sonriendo. Cuando le pregunté quien era ese chico, me dijo, no sé, uno que robó cámara. ¿Cuanto podíamos saber de ese anónimo del que apenas teníamos registro por la imagen?
Es conocido que algunos pueblos originarios reniegan de la fotografía por el temor de que en esa captura se roben el alma. Sin entrar en detalle, me interesa quizás asimilar ese robar el alma al borramiento total del sujeto en la imagen. ¿Cuanto queda de nosotros, de lo que somos o de lo que peleamos ser?
Me encanta la fotografía por lo inasible, porque en su contemplación se suspende la palabra y dejamos de ser sujetos narrativamente coherentes. Pero también me interpela la fotografía porque no puedo olvidar a Faustine, a quien solo conocimos por ese invento de Morel.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Te recuerdo ahora

Don Federico

Te recuerdo ahora,
mi mano te despeina como a un niño dormido,
y regresas a los antiguos días,
a tus campos, a tu olor a caña dulce
y naranjas doradas.
¿Te acuerdas, Federico?
tus cuentos y mi risa.
La palabra flor, para entender la flor.
Tu mano en la mía,
cuando yo era apenitas.
Padre, era tu silencio el amor
que llenaba la casa.
No sé si estás, pero te veo
demorarte en los patios
en esta tarde de lloviznas...
En un recuerdo ya desmemoriado,
acaricio tu sombra
y tus anteojos.

María de Zarrabeitia (Cachito, mi abuela la escritora)

sábado, 14 de agosto de 2010

Atrapada y sin la red

Pasé tres días sin internet en casa.
La noche.
Lejos de aspirar a la vida bucólica y el aire puro de la desconexión, curto lo que una amiga llamaría "estilo urbano" que resulta incompatible con la falta de internet.
Durante mi carencia pensé en esto y en el modo en el que uno estructura sus hábitos considerando las delicias de la web: desayunar leyendo mail, actualizar los blogs, leer los diarios, escribir a algún/a amigo/a para ponerse al día, gestionar cosas del laburo, etc.
Solo por decir lo mínimo.
Tres días fueron para mí algo similar a un viaje zen para encontrarme en relación con el universo. Como no es algo que desee ahora, imaginense.
La depresión fue tan grande que de haber sido hombre hubiese dicho que llevaba una barba de tres días, pero como me había depilado un día antes no corrí ese riesgo
Afortunadamente el técnico vino ayer en la mañana y cambió mi día y el modem.
Cuando se fue decidí abrir las ventanas, cerrar el luto y volcarme al ajetreado mundo de la red.
Retomé la canción de Los Gatos y murmuré:
"Con mi compu yo me iré a naufragar, a naufragaaaaarrrrr..."

viernes, 13 de agosto de 2010

Mire donde mire te veo

Deseo, deseo, deseo.
Dicen que siempre se piden de a tres.
Como soy un ser deseante digo otra vez:
deseo, deseo, deseo.
Podrán decir algunos que no se puede siempre andar deseando,
como si el deseo sea algo que se pudiera controlar.
Yo deseo desde un mate hasta la autonomía de los pueblos sin estados.
Lo peligroso de los deseos es que se cumplan y se nos acabe la imaginación.
Son como la sal de la vida, lo que hace que las cosas se pongan lindas.
Por ende que se acaben los deseos es como si se terminara el clásico River - Boca; o dejasen de existir las vacaciones.
Un absurdo posible, pero alarmante.
Brindo por la proliferación de los deseos y la cadena tripartita que los une.

domingo, 8 de agosto de 2010

El solo de Arturo

Estoy haciendo un curso de filosofía que propone un recorrido por los nombres más relevantes de la filosofía desde la modernidad hasta hoy, en torno a sus ideas sobre sujeto. Descartes, Kant, Hegel, Schopenhauer, Marx, Freud, Levinas, entre otros.
El profesor es verdaderamente un apasionado del tema, lo que hace que las clases sean muy entretenidas y dinámicas. El asunto es que siempre cuenta chismes de estos grandes hombres para volverlos más humanos y menos míticos.
Cuestión que ayer nos tocó ver a Schopenhauer y no solo nos enteramos de que para él no existe finalidad alguna en ninguna cosa (o algo así, que no viene al caso), sino también supimos que mantuvo con su madre una pésima relación, que no fue conocido hasta que lo retomó Nieztche porque tuvo la mala suerte de compartir el siglo con Hegel y su luminosa racionalidad, y que además era tal su anonimato que fue él mismo quien pagó la publicación de sus libros.
Pensé entonces que de haber vivido en este siglo al menos podría haber tenido un blog en donde plasmar sus ideas y no gastar dinero. Lo que, además, le hubiera significado una gran satisfacción, por esto de que uno puede tener seguidores y contador de visitas. No sé, me dio pena Arturito y decidí escribir este post.
No mucho más.

jueves, 5 de agosto de 2010

Nadie se lo esperaba

Cuando escuchó la llave en la cerradura sintió pánico.
No esperaba a nadie y se quedo inmovilizado en medio de la sala.
Ni siquiera intentó evitar que se abriera la puerta.

Cuando prendieron la luz descubrieron que no estaban solos.
Sintieron pánico ellos también.
No sospechaban que hubiera alguien.
Al fin y al cabo, habían cerrado todo antes de salir...

lunes, 2 de agosto de 2010

Meditaciones en torno al romanticismo

Admito que soy una tarada y además soy romántica.
Condición doblemente espantosa cuando uno, por ejemplo, se dispone a ver películas de amor. Ante la mas mínima manifestación de enamoramiento se enternece mi corazón, cuando no, me emociono tanto que se me escapa una lagrimita.
Ahora, si bien el amor se siente de maneras desenfrenadas, lo de la mujer perfecta y el príncipe azul son mitos: la mayoría de nosotros somos seres de carne y hueso que amanecemos de pésimo humor en las mañanas. En cuanto a lo de comer perdices, alguien tiene que hacer las compras.
Quiero decir con esto que la experimentación es la mejor prueba de amor que uno puede dar y darse. Todo bonito con las películas, pero más bonito cuando es en carne propia.
Llego a la conclusión de que además de ser tarada y romántica llevo todo eso a la práctica.