Me encantan los secretos.
Me gusta guardar siempre algo para mí y -por supuesto- adoro cuando alguien comparte su secreto conmigo. Me gusta esa complicidad que se genera alrededor de un secreto, esa hermandad de secreteadores que apenas se delata ante una palabra ajena y la mirada leve buscando la otra en ese gesto de "es nuestro secreto".
Me contaron de una bisabuela que nunca conocí, que pasó las tardes de sus últimos años sentada en una mecedora mirando en lontananza y cada tanto decía "tengo un secreto que me llevaré a la tumba". Se lo llevó nomas y se hizo famosa la anécdota de su secreto, secreto secreto porque a nadie se lo dijo.
La potencia del secreto está en esa reserva que simbolizan para uno, en esa idea de proveeduría de experiencias intimas, intimisimas que uno se guarda para compartir alguna vez, o quizás nunca (como mi bisabuelita). Resultan un parate ante la sobre exposición de redes sociales en las que deambulamos, narrándonos a nosotros mismos como personajes de novela.
Escribir un blog forma parte de esa sobre exposición, por eso yo siempre me quedo algunos secretos, aunque no crea que me los lleve a la tumba.
Me gusta guardar siempre algo para mí y -por supuesto- adoro cuando alguien comparte su secreto conmigo. Me gusta esa complicidad que se genera alrededor de un secreto, esa hermandad de secreteadores que apenas se delata ante una palabra ajena y la mirada leve buscando la otra en ese gesto de "es nuestro secreto".
Me contaron de una bisabuela que nunca conocí, que pasó las tardes de sus últimos años sentada en una mecedora mirando en lontananza y cada tanto decía "tengo un secreto que me llevaré a la tumba". Se lo llevó nomas y se hizo famosa la anécdota de su secreto, secreto secreto porque a nadie se lo dijo.
La potencia del secreto está en esa reserva que simbolizan para uno, en esa idea de proveeduría de experiencias intimas, intimisimas que uno se guarda para compartir alguna vez, o quizás nunca (como mi bisabuelita). Resultan un parate ante la sobre exposición de redes sociales en las que deambulamos, narrándonos a nosotros mismos como personajes de novela.
Escribir un blog forma parte de esa sobre exposición, por eso yo siempre me quedo algunos secretos, aunque no crea que me los lleve a la tumba.