domingo, 17 de mayo de 2009

Mi amor, mi complice y todo

De tanto leerlo, a mis precarios 12 años, me aprendí de memoria el Te Quiero de Benedetti. No es que entendiera de que iba esa idea de andar en la calle codo a codo con alguien, menos sabía a que se refería con eso de ser mucho mas que dos. Sin embargo la musicalidad de sus palabras le hacía eco a mi juventud.
El descubrimiento de la poesía del viejo Mario venía de la mano de mi descubrir el amor (los amores) adolescentes: los primeros cosquilleos, la flaqueza en las rodillas, el tartamudeo típico y otros síntomas que revelan el embobamiento/encantamiento propio de estar enamorado.
Aquellos años fueron de pelos, la poesía de Benedetti también.
Esta tarde recibí la noticia de su muerte y la nostalgia me llevó a pensar en el modo en que algunos significan y nos significan, aún sin saberlo. Es probable que hoy no elija leerlo y lo deje inmutable aferrado a mi adolescencia. Pero antes quiero despedirlo como el hombre se merece, así que pido vuestros permisos para compartirles este poema:

Maravilla

Vamos mengana a usar la maravilla
esa vislumbre que no tiene dueño
afila tu delirio / arma tu sueño
en tanto yo te espero en la otra orilla
si somos lo mejor de los peores
gastemos nuestro poco albedrío
recupera tu cuerpo / hacelo mío
que yo lo aceptare de mil amores
y ya que estamos todos en capilla
y dondequiera el mundo se equivoca
aprendamos la vida boca a boca
y usemos de una vez la maravilla.

Mario Benedetti

1 comentario:

Maby dijo...

Sí Victoria, me dio demasiada tristeza. Estoy harta de las muertes de los días domingos, estoy cansada de que la gente se muera. No me salen palabras, para Benedetti no. No puedo más que compartir lo que decís.