La modalidad que impuso la gestión macrista de cerrar las plazas públicas, "para que permanezcan seguras durante la noche", no solo resulta molesto para aquellos románticos que elegían ir a"chaparse" a la plaza, sino que es -sobre todo- una medida aberrante que con "seguridad" genera repudio, bronca y nos da un guiño sagaz del gobierno que gobierna.
Hacer del espacio público un lugar con rejas, significa vedar ese espacio. Entrar a una plaza en Capital Federal hoy día, requiere paciencia y esfuerzo, puesto que las puertas -que a lo sumo serán dos- se ubican en lugares incomodísimos al paso.
Pero no solo eso, enrejar un lugar público es coartar el uso libre que las personas que habitamos la ciudad hacemos de nuestra ciudad. Poner llave y candado a la plaza de todos es signo claro de exclusión, y perpetuación de las marcas que separan a los "buenos ciudadanos", de los que tienen que estar "tras la reja" (que en este caso es del lado de afuera de la plaza).
La gente que vota al tal Mauricio festeja el suceso con miles de perritos cagones que ensucian las plazas con sus caquitas pestilentes, llenando de mierda esta ciudad. Y nadie dice nada
Mientras tanto a los que tiran el paño en calle Perú los tratan como a perros y los mandan a cagar.
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1 comentario:
La desvalorización del sentido lo público como parte de lo social se expresa tanto en la lógica de cercarlo como en que Mauricio sea hoy jefe de gobierno...
Lamentablemente hoy el colectivo ciudadano se ve más representado por aquel ciudadano individualista que proclama más seguridad, más mano dura y otras consignas retrógradas, viendo en lo público un espacio de amenaza, hóstil y de conflicto, mientras que hay pocos que estén pensendo a la ciudad como un ámbito para compartir, expresar su libertad, vivir y disfrutar.
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