Anoche, con mi Deus, llegamos a la siguiente conclusión: "Que indefenso queda uno ante la inocente pregunta del ¿y como es?" Es la simplicidad meramente descriptiva del asunto la que desconcierta.
Cuando logramos despojar y despejar todas las complicaciones que no trascienden, cuando nos olvidamos de las causas, orígenes y demás explicaciones, cuando ya conocemos perfectamente todos y cada uno de los componentes que lo conforman.
Aún así siempre queda la duda, la dificultad de establecer parámetros o generalidades, la imposibilidad de convertirlo en ciencia.
Entonces mejor que suceda el fenómeno sin meditación alguna, no hay nada que angustie más que la falta de respuesta.
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