A medida que uno se va acostumbrando a ciertos lugares, se pierde la capacidad de asombro y todo se convierte en las mismas y rutinarias cosas. Sin embargo, en ese acontecer cotidiano, siempre se recupera la sorpresa y -al menos por un instante- todo vuelve a mirarse con la extrañeza precisa para la contemplación.
Así por ejemplo me pasó hoy con los muchachos de Seguridad Informática, cuya oficina queda justo frente a mi escritorio. Como todas las mañanas ellos estaban ahí, hablando de "cosas de hombres" tales como "fútbol, fierros, minas y guita" (esas sus palabras, ese el orden del temario). El espectáculo resultaba sumamente interesante; los veía moverse, darse palmadas en la espalda, elevar el tono de voz, destornillarse de la risa, llamarse entre ellos "Maestro", "Capo", "Jefe" y demás apodos, todos de alta jerarquía.
Al verlos pensé en cosas como "Polémica en el bar", "La mesa de los galanes", Fernando Niembro, fernet con Coca, Cafetín de Buenos Aires, asadito y picadito "cinco y cinco, por el cajón" y otras cosas.
Definitivamente el hallazgo me resultó divertido, como dirían los muchachos: "Joya, nunca taxi"
1 comentario:
Con cosas tan sencillas se puede escapar de la rutina, pero somos tan tercos que seguimos con lo mismo día tras día, Por ello hay que redescubrir el mundo cada mañana al abrir los ojos.
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