Es lunes y casi, casi madrugada.
La ciudad silenciosa, apenas si dice hasta mañana, mientras suena Joao Gilberto y mis convivientes comienzan a lavarse los dientes.
La escena es tan cotidiana que da ternura.
Como en el antón pirulero, cada cual atiende su juego.
Sensación de estar en casa después de cierto peregrinar.
Ir y volver, ir y volver e ir...
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