Recuerdo que una vez mi primo Manuel exclamó:
Tuve un amor que me costó la vida,
tuve un amor que me costó la vida,
tuve un amor que me costó la vida.
Cada una de las veces que escuché sus palabras, repetí como un salmo bajito y doliente:
Yo también,
yo también,
yo también.
1 comentario:
yo sigo creyendo que nadie muere por amor... y si.. un puede pensar un amor cuesta la vida...pero no morimos.. no morimos
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