Todo era amor, dijo Oliverio. Amor con M mayúscula, chorreado de merengue, empalagoso, relajante. No aconsejable a todas horas. Se advierte a escépticos, hoscos y ermitaños o abstenerce o entregarse. Sin cuestionar.
Y es que el amor es así, claro que sí, ciego y dulce; espantosamente sordo. Díscolo, caprichoso, rojo y recubierto de clisés. Cursi por definición y en esencia. Pero que lindo se sienten las cosquillas en la panza y ni les digo la cabecita de novia.
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