lunes, 13 de septiembre de 2010

La nostalgia de las cosas


Siempre me sorprendo de la atemporalidad de la memoria o del delay de la experiencia, si uno se pone un ratito a pensar, la delira y si tiene suerte -quien sabe- le sale una teoría que reformule la noción del inconsciente, lo reprimido y lo potencialmente representable.
Pero no es de esto de lo que quiero hablarles, sino de San Cristóbal de las Casas, pueblito del distrito de Chiapas -México- que debe su nombre a Fray Bartolomé -¿se acuerdan de este hombre?- y que es conocido - entre otras cosas- por ser uno de los lugares en que los Zapatistas aparecieron por primera vez ante el Estado mexicano, el 1 de enero de 1994.
Hace días que siento el calor de San Cristóbal, que deseo caminar sus calles, tomarme un jugo en alguno de sus bares. Es extraño como esas cosas de repente se recuerdan y se traducen en experiencia, entendida desde su posibilidad de narrativa más que de inmediatez.
Suele suceder a veces la nostalgia de las cosas, la maldita magdalena de Proust, el septiembre todavía del año en curso, la rutina.

1 comentario:

Kill Bill dijo...

Te leo y tengo ganas de irme...hablabamos el otro dia con la Dara de q cuando uno anda de vacaciones no tiene problema de levantarse a las 8 de la mañ (aqui y ahora cuesta un huevo) toma mate, habla poco, disfruta del dia, come mucho, el olor del viento es diferente, es más fuerte el olor a tierra mojada, a plantas, a telurismo y uno siente q entra en una compenetración distinta con el paisaje, escucha mas los sonidos, percibe mas el brillo y los colores de las cosas...q hermoso es volver a eso! todo un universo evocado concentrado, no se si en una magdalena, más bien en una tortillita al rescoldo...ja!