Y se quedó entre Pampa y la vía.
Primero dijo "ay, ay, ay" y sintió pena.
Procuró caminar, escuchar otros ruidos, no pensar.
Deseó que esa mala sensación pasase pronto.
Recordó que cuando la fiesta es profunda, la resaca no se queda atrás.
Tanteó su bolsillo, por suerte una moneda.
La lanzó al aire.
¿Cara o cruz?
1 comentario:
Comadre, a esta altura no sé si lo que importa es de qué lado cayó la moneda. Me parece sublime el acto de arrojarla. Porque en definitiva, la càída de la moneda siempre nos deja iguales: sordos, vacíos, impactados.
Un abrazo.
Publicar un comentario