Reiteradamente Italo Calvino ha señalado en sus felices teorizaciones sobre la literatura europea, que los libros a esta altura de la historia de la cultura no suelen escribirse ya para lectores vírgenes, sino para aquellos que poseen inconsciente y emocionalmente una estantería hipotética de autores, libros y contenidos intelectuales. Cualquier nuevo libro o autor, servirá en todo caso para modificar la estantería hipotética haciendo con su aparición y lectura, que también el lector se modifique.
Maestro en pensar esta estantería y en la necesidad de su molificación constante, fue Borges que encareciendo la literatura, redoblando la apuesta (en su desprecio genuino, por la llamada literatura popular) siempre escribió para un lector que supuso mas culto que él mismo, y que lo obligaba a "fingir" mas cultura aún, rechazando soluciones paternalistas, porque si se presupone, un lector menos culto que el escritor se adoptará inevitablemente, aunque se intente disimular, una actitud pedagógica y divulgativa que no hará mas que confirmar el desnivel y la injusticia de la que el desnivel ha surgido. No se puede dulcificar nada en literatura, porque como señaló Italo Calvino, la literatura no es la escuela.
Presuponiendo un publico mas culto, la literatura ha avanzado con independencia de que este publico haya existido o no.Todo libro es dirigido a alguien,pero,sera leído por sus "destinatarios y por sus enemigos". Nada nos garantiza que los enemigos no aprendan de él mas que los supuestos destinatarios.
Antes de estas teorizaciones, la ALTA categoría de la literatura Hispanoamericana las puso en acto. Valgan pocos ejemplos rotundos: Los libros de intersección del clarividente y cultísimo Germán Arciniegas (América Mágica 1y2, América Tierra Firme, Biografía del Caribe, El Mundo de la Bella Simonetta, Americo y el Nuevo Mundo etc.) dan un paisaje de factibilidad, un verosímil epistmológico a escritores como Alejo Carpentier en "El siglo de las luces", magistral saga europea, en el modo de su barroquismo, americana en su voluptuosidad, hacedora de lectores atónitos que no pudieron haber imaginado el rutilante color local, de la revolución francesa trasladada a las colonias del Caribe.
Madre es sin dudas "El siglo de las luces", de la obra completa de Gabriel García Márquez, quien en sus primeras lineas del "Amor en los tiempos del cólera", le hace un guiño al lector avezado, cuando menciona al "refugiado antillano Jeremiah de Saint Amour, inválido de guerra....", el colombiano "finge" suponer que sabemos todo aquello que del Caribe nos han contado Alejo Carpentier y Germán Arciniegas, porque García Márquez ama la hermandad literaria, y también a los maestros reflexivos que conscientes de la indigencia modernista y post de nuestra literatura, refuerzan su trama con excelencia de pensamiento poético.
Maestro en pensar esta estantería y en la necesidad de su molificación constante, fue Borges que encareciendo la literatura, redoblando la apuesta (en su desprecio genuino, por la llamada literatura popular) siempre escribió para un lector que supuso mas culto que él mismo, y que lo obligaba a "fingir" mas cultura aún, rechazando soluciones paternalistas, porque si se presupone, un lector menos culto que el escritor se adoptará inevitablemente, aunque se intente disimular, una actitud pedagógica y divulgativa que no hará mas que confirmar el desnivel y la injusticia de la que el desnivel ha surgido. No se puede dulcificar nada en literatura, porque como señaló Italo Calvino, la literatura no es la escuela.
Presuponiendo un publico mas culto, la literatura ha avanzado con independencia de que este publico haya existido o no.Todo libro es dirigido a alguien,pero,sera leído por sus "destinatarios y por sus enemigos". Nada nos garantiza que los enemigos no aprendan de él mas que los supuestos destinatarios.
Antes de estas teorizaciones, la ALTA categoría de la literatura Hispanoamericana las puso en acto. Valgan pocos ejemplos rotundos: Los libros de intersección del clarividente y cultísimo Germán Arciniegas (América Mágica 1y2, América Tierra Firme, Biografía del Caribe, El Mundo de la Bella Simonetta, Americo y el Nuevo Mundo etc.) dan un paisaje de factibilidad, un verosímil epistmológico a escritores como Alejo Carpentier en "El siglo de las luces", magistral saga europea, en el modo de su barroquismo, americana en su voluptuosidad, hacedora de lectores atónitos que no pudieron haber imaginado el rutilante color local, de la revolución francesa trasladada a las colonias del Caribe.
Madre es sin dudas "El siglo de las luces", de la obra completa de Gabriel García Márquez, quien en sus primeras lineas del "Amor en los tiempos del cólera", le hace un guiño al lector avezado, cuando menciona al "refugiado antillano Jeremiah de Saint Amour, inválido de guerra....", el colombiano "finge" suponer que sabemos todo aquello que del Caribe nos han contado Alejo Carpentier y Germán Arciniegas, porque García Márquez ama la hermandad literaria, y también a los maestros reflexivos que conscientes de la indigencia modernista y post de nuestra literatura, refuerzan su trama con excelencia de pensamiento poético.
Mariana Zarrabeitia.
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