Acepté la oscuridad de la noche y lloré.
Ahora que presiento está llegando el alba, procuraré mi vigilia.
Respirar hondo y retomar la marcha.
No olvidaré jamás la risa de mi padre.
Y su melodía le hará cosquillas a mi sonkoy, tal como ahora.
La tristeza también se va.
Ahora que presiento está llegando el alba, procuraré mi vigilia.
Respirar hondo y retomar la marcha.
No olvidaré jamás la risa de mi padre.
Y su melodía le hará cosquillas a mi sonkoy, tal como ahora.
La tristeza también se va.
3 comentarios:
Y las palabras, los recuerdos, la infancia, perduran...y de eso se trata.besos
Silvina
Si todo empieza y todo tiene un final,hay que pensar que la tisteza también se va, se va, se fue...
No había leído este post. Se va y lo maravilloso es que los recuerdos se vuelven sostén indispensable para llevar con nosotros los pedacitos de nuestra propia vida por dónde vayamos. Y empieza la reconstrucción, la risa, el llanto y la certeza de saber que sin él no serías vos y viceversa.
Publicar un comentario