Alguien me dijo esta tarde que los umbrales del dolor son variables.
Que puede doler un poco más o un poco menos, pero que nunca va a dejar de hacerlo.
Que la magnitud del dolor es relativa, subjetiva e inherente a todos y cada uno.
Y que depende del modo, las ganas y el material del escudo que tengamos para hacerle frente a su ataque despiadado.
Pensé entonces en la ingenuidad con la que uno vive.
En el andar despreocupado con el que nos vamos armando, mezclando, entusiasmando.
En los deseos irrefrenables de que nos duela cada vez menos.
En las escaramuzas que nos ideamos para creer.
En esta fe ciega que tenemos ante la vida.
Y se me vino a los labios esta canción de mi tan estimado Drexler.
Que puede doler un poco más o un poco menos, pero que nunca va a dejar de hacerlo.
Que la magnitud del dolor es relativa, subjetiva e inherente a todos y cada uno.
Y que depende del modo, las ganas y el material del escudo que tengamos para hacerle frente a su ataque despiadado.
Pensé entonces en la ingenuidad con la que uno vive.
En el andar despreocupado con el que nos vamos armando, mezclando, entusiasmando.
En los deseos irrefrenables de que nos duela cada vez menos.
En las escaramuzas que nos ideamos para creer.
En esta fe ciega que tenemos ante la vida.
Y se me vino a los labios esta canción de mi tan estimado Drexler.
1 comentario:
Dolores, umbrales, pasos cortos. Que sepa abrir la puerta para ir a jugar. Decidir. Arróz con leche. Andar. uo no deja de caminar...a veces estaría bueno que la vida nos duela un poco menos. Pasa que nos traspasa y se nos instala como un río que va dejando surcos, para que no se nos olvide que hemos vivido, elegido, creicido, llorado, recorrido, reído. Hoy me duele todo...sé que será para la risa de mañana. Al escudo no sé dónde lo dejé. Las ganas y el entusiasmo siguen intactos.
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