Conocí una juguetería desopilante por la alegría que se respira desde su puerta.
Antes de entrar uno atraviesa una nube espesa de burbujas que no se acabarán en ningún momento. Una vez adentro te reciben con mil y un juguetes, imposible decidir cual mi preferido.
Entonces se pasa la tarde entera entre trajes de princesas y piratas, casas de muñecas y caballos de madera. Para rematar este derroche de diversión e infancia, al salir espera una caja enorme, custodiada por cañas de pescar. Entonces hay que agarrar una y tirar hacia adentro el anzuelo. La de tesoros que ví salir y lo mejor del asuntillo es que todo sin gastar moneda (lo de la caja grandiosa, digo).
Ojalá los chicos de todas las tierras pudieran disfrutar de estas magias, pena que no todos los estados sean de bienestar, pena.
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