Resulta que uno intenta no ser elitista.
Absorbe todas las manifestaciones artísticas y culturales
de la manera mas democrática y contemplativa posible.
Se opone al canon, la academia, APTRA, la RAE y demás instituciones jerarquizantes.
Evita hablar en términos binarios y rechaza por completo
el discurso que separa una "alta" cultura de una "baja" cultura.
Y sin embargo nada de eso alcanza cuando viene Bourdieu a decirnos que
hagamos lo que hagamos, nuestras elecciones
siempre dan cuenta de nuestro grado de escolaridad,
del seno familiar en el que crecimos
y de los parámetros desde los que adquirimos y ejercitamos la cultura.
Lo que -no sin intención- marca límites y distinciones entre las clases sociales y entre nosotros que somos los que generamos las diferentes manifestaciones culturales.
Quiere decir esto que todos somos el lobo y nos comemos a caperucita.
La diferencia es que algunos se la devoran de un solo bocado,
mientras que otros - mas crueles quizás- se la comen de a poquito,
como si fuera sin querer queriendo.
Y ahora, ¿Quien podrá defendernos de las malditas paradojas del sistema?
Además, ¿quien es Caperucita?
lunes, 3 de mayo de 2010
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