domingo, 22 de marzo de 2009

De los nuestros

Olvidos imposibles


¿Era la misma casa?
Tenía el pasillo alargado, cual cuerpo de lombriz, pero a mí me había parecido que era mucho más largo cuando lo recorrí de tu brazo bien borracha.
Había scones tirados en la alfombra y copas de vino desparramadas de una manera escandalosa, cómo si la fiesta siguiera siendo la de entonces.
Las tías se reían a carcajadas por mi forma de bailarte, y yo les explicaba que el mundo había cambiado hacía aproximadamente una hora y había que festejar a lo loco.
Los libros estaban intactos, me acordé que aquella noche tuve la idea de decirte en secreto que nos sentáramos en el baño a leernos. Te quería empapar de mi mundo.
...El tiempo fue ingrato... para eso lo han inventado.
Quedó el instante como radiografía del desgarro.
Las fotos se me confunden y pasan desordenadas por mi mente.
Los amigos y los médicos, expertos en el asunto, recomiendan rehabilitación. "Patrullar la zona" dicen unos, "Morder la almohada", dicen otros, "Andar descalza", "Comprar jazmines". Lo único que logro es oler tu olor, que por razones inexplicables ha quedado pegado a mis poros.
Cuando me duelen las puntas de mis venas -todas juntas me duelen las malditas- grito fuerte el segundo nombre. "Es magia", me digo a mi misma. Te pienso, te invento, te respiro.
Me tranquilizo y vuelve a arder.


Afrodita

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