lunes, 7 de junio de 2010

De lo que aconteció a la joven mientras escribía un correo

- La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco mas desaforados gigantes , con quien pienso hacer batalla
(Don Quijote de la Mancha, Capítulo VIII, Primera Parte)


Acabo de escribirle a la Rata: yo siempre quiero tener grandes historias para contar.
Descubro entonces que sufro el síndrome Indiana Jones y que para peor elegí para mi vida actividades que le escapan a la adrenalina.
Por ejemplo esta mañana pasé la mayor parte del tiempo leyendo un libro de sociología cultural muy interesante. Pero por mas que haya experimentado un gran placer en ello, en nada mi apacible espacio de lectura puede entenderse como un deporte de alto riesgo, o siquiera compararse a la actividad de un especulador en la bolsa de Grecia en los últimos días.
Concluyo que las grandes historias pueden contarse por dos motivos: porque se las vive o se las inventa. ¿Será este el momento de montar mi corcel y salir en busca de aventuras? o ¿tal vez pueda quedarme en casa y volver a leer a Don Quijote? Por lo pronto debo terminar mi libro y alimentar mi corcel, resolveré luego aquel dilema

2 comentarios:

ioqui dijo...

Hay que inventarlas, para eso estan nuestras manos, que saben escribir y nuestras imagincaión. Inventarlas pero creyendo, como el Quijote, que de verdad las hemos vivido.
Bien que cuándo relatos nuestras anécdotas les agregamos cositas, detalles que van quedando en la misma historia y depsués ya de verdad creemos que fueron así!

ioqui dijo...

Hay que inventarlas, para eso estan nuestras manos, que saben escribir y nuestras imagincaión. Inventarlas pero creyendo, como el Quijote, que de verdad las hemos vivido.
Bien que cuándo relatos nuestras anécdotas les agregamos cositas, detalles que van quedando en la misma historia y depsués ya de verdad creemos que fueron así!