En el paseo matutino me detuve a recibir el sol.
Cercana a mí una trompeta susurraba la Vie en Rose, mientras los rayos iluminaban la calle en su completitud.
El momento fue de un goce inmenso.
Procuré mirar como todo alrededor viraba hermosura.
Cuando finalmente se nubló, la trompeta calló y yo emprendí la caminata.
La sensación al partir fue la de que aquél montaje no podía haber sido mejor.
Definitivamente, un instante delicioso.
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