Hoy tuve una noche argentina como esas que uno nunca tiene cuando está en el propio país. Resulta que nos invitaron a un congreso de Literatura del Río de la Plata en Copenhage y para concluir el ciclo pintó cena a la usanza portena.
Arrancamos -como no podía ser de otra manera- en una parrilla, denonimada "El asador". Debo decir que me sorprendieron las empanadas -que a pesar de no de ser tucumanas- la piloteaban con mucha elegancia. La carne tampoco defraudó y el postre- que aunque de argentino solo el dulce de leche- la jugaba de primera B nacional (lease, 8 puntos).
Luego la tanguería y ahi todos pensaron que sacarle viruta al piso sería una anécdota. Lo curioso es que de un grupo de 8, solo bailó una sueca a la que vino a buscarla un danes. La platea rioplatense floja.
Algo que no podía faltar para acabar la velada, el porteno ese de manual: verborrágico, indiscreto y narcizista. Combo perfecto, cierre de oro para una jornada patriótica y lejos de la patria.
Uno mas melancólico hubiese dicho que este fue un día peronista.
Advierto que faltó el sol.
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